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Tema: ¿Cómo vivir la Semana Santa en Familia?

¿Cómo vivir la Semana Santa en Familia?

¿Qué es la Semana Santa?

La Semana Santa es la conmemoración anual cristiana de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús de Nazaret. Por ello, es un período de intensa actividad litúrgica dentro de las diversas confesiones cristianas. Da comienzo el Domingo de Ramos y finaliza el Domingo de Resurrección, aunque su celebración suele iniciarse en varios lugares el viernes anterior (Viernes de Dolores) y se considera parte de la misma el Domingo de Resurrección. A la Semana Santa se le llamaba en un principio “La Gran Semana”. Ahora se le llama Semana Santa o Semana Mayor y a sus días se les dice días santos.
La Semana Santa es el momento litúrgico más intenso de todo el año. Sin embargo, para muchos católicos se ha convertido sólo en una ocasión de descanso y diversión. Nos olvidamos de lo esencial: esta semana la debemos dedicar a la oración y la reflexión en los misterios de la Pasión y Muerte de Jesús para aprovechar todas las gracias que esto nos trae.
Para vivir la Semana Santa, debemos darle a Dios el primer lugar y participar en toda la riqueza de las celebraciones propias de este tiempo litúrgico.
Vivir la Semana Santa es acompañar a Jesús con nuestra oración, sacrificios y el arrepentimiento de nuestros pecados. Asistir al Sacramento de la Penitencia en estos días para morir al pecado y resucitar con Cristo el día de Pascua.
Lo importante de este tiempo no es el recordar con tristeza lo que Cristo padeció, sino entender por qué murió y resucitó. Es celebrar y revivir su entrega a la muerte por amor a nosotros y el poder de su Resurrección, que es primicia de la nuestra.
La Semana Santa fue la última semana de Cristo en la tierra. Su Resurrección nos recuerda que los hombres fuimos creados para vivir eternamente junto a Dios.

¿Por qué la Semana Santa cambia de fecha cada año?

El pueblo judío celebraba la fiesta de pascua en recuerdo de la liberación de la esclavitud de Egipto, el día de la primera luna llena de primavera. Esta fecha la fijaban en base al año lunar y no al año solar de nuestro calendario moderno. Es por esta razón que cada año la Semana Santa cambia de día, pues se le hace coincidir con la luna llena.
En la fiesta de la Pascua, los judíos se reunían a comer cordero asado y ensaladas de hierbas amargas, recitar bendiciones y cantar salmos. Brindaban por la liberación de la esclavitud; Jesús es el nuevo cordero pascual que nos trae la nueva liberación, del pecado y de la muerte.

Sugerencias para vivir la Semana Santa

  • Asistir en familia o a los oficios y ceremonias propios de la Semana Santa porque la vivencia cristiana de estos misterios debe ser comunitaria.
  • Poner algún propósito concreto a seguir para cada uno de los días de la Semana Santa.
Como padres también tenemos el deber de mostrar con actitudes piadosas lo que significa este periodo en nuestra vida como cristianos, es decir, vivir cada día de la Semana Santa intensamente, hablando y reflexionando con los hijos sobre lo que se conmemora en cada ocasión. Para ayudarlos a comprender lo que sucedió en los últimos días de Cristo en la tierra, es aconsejable leer historias sobre la Pasión y Resurrección, así como ver películas sobre la vida de Cristo. De igual forma, es muy valioso cuando se participa en familia de las diferentes actividades características de la época, como por ejemplo la visita a los monumentos y las procesiones. Esto hará que conozcan de primera mano la vivencia de esta Semana.

Tema: Cuaresma en familia

Primer Domingo de Cuaresma y por otra parte es el Día Nacional de la Familia


Por: + Rodrigo Aguilar Martínez, Obispo de Tehuacán | Fuente: Catholic.net 



Acabamos de vivir, el pasado miércoles, el Rito de la Ceniza. Es importante que éste no sea un gesto aislado, sino el inicio de un tiempo de gracia, el Tiempo de la Cuaresma.

Pues bien, el próximo domingo tenemos dos celebraciones, de origen muy diferente pero que se pueden armonizar: por una parte es el primer Domingo de Cuaresma; por otra parte es el Día Nacional de la Familia.

La familia es el grupo primario donde hemos nacido y crecido. La familia puede favorecer o entorpecer nuestro desarrollo, nuestra educación, según prevalezca la integración o desintegración familiar. Una familia integrada, unida, en que todos están pendientes unos de otros para ayudarse en las diversas situaciones, es una familia que ayuda en la educación de todos y cada uno; en cambio, una familia desunida, desintegrada, que cada quien camina por su lado, con constantes conflictos, es una familia que, por el contrario entorpece y dificulta el desarrollo de la persona. En el VI Encuentro Mundial de Familias, que tuvo lugar el pasado mes de enero en la ciudad de México, reflexionábamos acerca de la misión formadora de la familia en los valores humanos y cristianos, lo cual podemos aplicar concretamente en la adecuada vivencia de la cuaresma.

Pero hay factores que hacen remar contra corriente en este sentido: Desde luego todos los signos de desintegración familiar, de conflictos en la relación; a ello se suma la valoración de lo individual –mis proyectos, mis derechos, mi libertad-; el énfasis en lo material, en el placer; la pérdida o la indiferencia del sentido de Dios; la crisis económica que golpea y aturde. Sin embargo, no es para desalentarnos, no hay familia perfecta, en la que no haya ninguna situación negativa. Todos, en lo individual y familiar, estamos en camino de desarrollo y mejoría.

La decisión de vivir la cuaresma en familia es un apoyo valioso, pues no lleva a hacer un alto en el camino para repensar las decisiones y acciones. Dios no es ajeno a nuestra vida, sino nuestro Creador y Padre; la Iglesia no es la extorsionadora con ideas y prácticas superadas, sino la familia de los hijos de Dios, de los hermanos de Cristo Jesús; la cuaresma no es un tiempo anticuado y fastidioso, de penitencias insulsas ya caducas, sino tiempo de gracia, de revisión y conversión que nos lleva a la fiesta del amor renovado.

Dios hizo buenas todas las cosas, especialmente al ser humano –varón y mujer- los hizo “muy bien”, “a su imagen y semejanza” y a quienes encomendó crecer y multiplicarse, usando sabiamente de todo lo creado; pero Adán y Eva sucumbieron a la tentación, queriendo ser como dioses. De ahí que nosotros, como todo ser humano, nacemos y vivimos con la inclinación a pecar. Pero Dios no nos abandonó, sino que prometió enviar un Salvador. La Alianza que Dios estableció con Noé, con Abrahám y sobre todo con Moisés, son anuncio de la Alianza que realiza con nosotros por su Hijo Jesucristo, quien para ello murió en la cruz y resucitó, venciendo a la muerte.

Durante la cuaresma en familia, vamos a ir viviendo estas diversas Alianzas de Dios con su pueblo –especialmente los primeros domingos de cuaresma-, Alianzas que nos llevan a la suprema Alianza de Jesucristo.

¿Qué podemos hacer en familia para vivir la cuaresma? Muchas cosas, yo sugiero sólo algunas: 

1) Recuperar el sentido de un Dios que nos ama como Creador y Padre, ante quien hemos de ser agradecidos. Para ello cultivar constantemente la relación con Dios como Padre Bueno; recitar muchas veces, con confianza, la oración que Jesús nos enseñó, del “Padre nuestro”, disfrutándola, meditándola, practicándola. Cultivar la actitud de ser agradecidos con Dios: por la vida que nos concede, cada día como una novedad, el tener familia, trabajo, el tener amigos, el poder ir saliendo adelante…

2) Recuperar el sentido de nuestros pecados. Todos hemos pecado, reconocerlo es un signo de valentía y humildad. Pero los reconocemos ante un Dios que es lento para enojarse y generoso para perdonar, clemente y compasivo. Ayuda saber pedir perdón y perdonar en familia, lo cual no nos rebaja sino que nos ennoblece, especialmente a los adultos, así los niños y los adolescentes también aprenden a pedir perdón. Perdonar y pedir perdón en familia, fortalece la cercanía y la confianza, que cada uno se sepa digno y valioso.

3) Atrevernos a cultivar la actitud del hijo pródigo, que se anima a regresar a la casa paterna confiando en que su padre no lo rechazará. Promover en la relación familiar a darnos tiempo para escucharnos, especialmente escuchar a quien ha vivido una experiencia negativa y dolorosa. También en familia, animarnos y prepararnos a la confesión individual, especialmente en este tiempo de cuaresma.

4) Gozar la fiesta del perdón y del reencuentro que Dios Padre organiza en beneficio nuestro. El sacramento de la reconciliación es la delicia del perdón que Dios nos regala; la Eucaristía es la fiesta de Cristo Jesús que se ofrece en sacrificio a Dios Padre y en banquete como Pan de vida eterna a nosotros.

Los valores que implican estas actitudes, han de ir siendo cultivados desde la más tierna infancia, con la convicción de que nosotros los hemos experimentado y hemos gozado de sus frutos y ahora anhelamos que los pequeños y los jóvenes los vivan también. Tengamos en cuenta que los hábitos se forman a través de frecuentes conductas. Los buenos hábitos no son sólo fruto de estudio y reflexión, sino sobre todo fruto de obras buenas que se aman, de esta manera se convierten en convicciones que se expresan en los muy variados momentos de la vida, alegres o adversos.

De esta manera la penitencia cuaresmal –incrementando la oración, el ayuno y la limosna- no es la fatiga de algo molesto y cansado, sino el baño saludable que nos regenera en la condición de hijos de Dios. La Cuaresma, así, nos lleva al gozo de la Pascua, para compartir el paso de Cristo: del dolor de la muerte en la Cruz a la alegría de su resurrección.


+ Rodrigo Aguilar Martínez
Obispo de Tehuacán

Tema: Las cinco etapas por las que pasa el matrimonio



Aunque no hay reglas generales, sí es cierto que algunos factores tanto externos como internos, determinan unas condiciones especiales; por ejemplo, no es lo mismo estar recién casados y sin hijos, que llevar veinte años de unión y con hijos jóvenes. Por eso, es de gran provecho para las parejas identificar la etapa que viven y las que están por llegar, para así convertir los desafíos en oportunidades de mejora. Las cinco etapas por las que pasa el matrimonio son las siguientes.

Primera etapa: Transición y adaptación

Comprende aproximadamente los tres primeros años de casados. Es una etapa fundamental puesto que en ésta se establecen los fundamentos o bases de la relación. Durante este tiempo la pareja se adapta a un nuevo sistema de vida, por eso las claves de esta fase son la comunicación y la negociación. Es importante que los cónyuges realicen un proyecto familiar, en el cual se visualicen a futuro y establezcan las metas que quieran lograr.

La pareja se prueba en el manejo y administración del dinero, del tiempo, así como en la distribución de tareas del hogar, entre otros. Es momento de decisiones y acuerdos.

Segunda etapa: Establecimiento y llegada de los hijos

Ocurre entre los tres y los diez años de casados aproximadamente. Ya ha finalizado la luna de miel y el proceso de adaptación, ahora hay un mayor conocimiento del cónyuge y es probable que las desavenencias sean más frecuentes; o lo contrario sean menos, producto de la madurez adquirida en la primera etapa de convivencia.

En esta fase los cónyuges aterrizan; el amor va acompañado más de la razón que del sentimentalismo. La voluntad juega un papel importante en el binomio compromiso-entendimiento.

En esta época la mayoría de las parejas se convierten en padres; hecho que implica retos diferentes y una nueva organización de roles. Los cónyuges deben evitar que la dedicación que requieren los hijos, no desplace la relación de pareja. También hay que velar para que los compromisos del trabajo, y las demandas de la vida diaria, no inicien un gradual distanciamiento.

Tercera etapa: Transformación

Suele acontecer entre los diez y veinte años de casados, puede coincidir con la pubertad de los hijos y la edad mediana de los cónyuges. Esta última marca un período de reflexión y renovación en la vida del ser humano; por lo que es importante que el matrimonio se encuentre en un estado saludable y que individualmente se afronte de la mejor manera. Así no se convertirá en una amenaza para la estabilidad matrimonial.

Del mismo modo, los esposos deben procurar que las dificultades que surjan por la crianza de los hijos, no afecten la unión conyugal. La unidad en la autoridad y el trabajo conjunto, deben ser la prioridad.

En esta etapa los cónyuges deben ser bastante creativos, no caer en la rutina (fácil y silenciosa) redescubrirse otra vez como pareja y conectarse nuevamente.

Cuarta etapa: Estabilización y “Nido vacío”

Se presenta entre los veinte y los treinta y cinco años de unión. “Cuando las parejas han sido capaces de resolver conflictos y crisis en las etapas anteriores, este es un período de estabilización y una oportunidad para lograr un mayor desarrollo y realización personal, y como pareja.” afirma el autor Francisco Castañera en su artículo "Ciclo de vida del matrimonio".

En esta etapa por lo general se da lugar al síndrome del “nido vacío”, lo que sitúa a la pareja en una nueva forma de vida; ahora están el uno para el otro. Para algunas personas, esta puede ser una situación penosa, pues conlleva al desprendimiento de los hijos, y consigo el sentimiento de soledad. No obstante, es algo que los padres terminan asumiendo y lo superan al cabo del tiempo.

Lo valioso de esta etapa es la solidez y el conocimiento pleno de la pareja: la capacidad de dialogar, de tolerar mejor las diferencias, de reírse de los mutuos errores, de hacer las críticas de un modo amable, de iniciar juntos alguna actividad. Es la ocasión para reafirmar más la creatividad y encontrar nuevos desafíos a la vida matrimonial.

Quinta etapa: Envejecer juntos

Se da a partir de los treinta y cinco años de matrimonio. Algunas personas optan por la jubilación, así surge algo muy positivo y es que se dispone de más tiempo para disfrutar el uno del otro. Se realizan actividades antes imposibles por las ocupaciones laborales, y surge una gran motivación: los nietos. Estos pequeños le dan luz y felicidad al matrimonio en esta etapa.

Los cónyuges en este tiempo, tienen mucha necesidad de apoyo y cariño uno del otro. Los conflictos en esta fase son bastante menos frecuentes; la mayoría de las parejas se han estabilizado en líneas de poder e intimidad.

Para finalizar, una reflexión en las palabras de Francisco Castañera: "Este recorrido, nos lleva a reflexionar sobre lo importante que es valorar durante todo nuestro matrimonio la calidad y cantidad de nuestra intimidad, el apoyo y el cariño que damos a nuestra pareja, y no esperar a la última etapa cuando el final se encuentra cerca."

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