Tanto el hombre de las cavernas como el hombre "digital", seguía diciendo el Papa, busca en la experiencia religiosa el camino para superar su finitud. Es preciso, pues, no dejar de buscar a Dios. Pero, ¿dónde podemos buscarlo? ¿a dónde ir?
Unas personas viajan en busca del sentido de sus vidas, para encontrar la razón de sus esperanzas, o tratando de hallar la propia paz y felicidad. Pero la felicidad no se encuentra en los aeropuertos o carreteras. El problema está dentro y no puede ser resuelto fuera. Todo lo que se busque en el mundo exterior, será huir de uno mismo... La solución está dentro de nosotros mismos.
Un relato nos podrá ayudar a clarificar la solución.
Todos se apresuraron a ayudarla a buscar la aguja. Al atardecer, ya cansados de la búsqueda, los vecinos le preguntaron: Pero, “¿dónde la has perdido exactamente?”
La mujer respondió: “Dentro de mi casa, pero como aquí hay más claridad, pensé que tendría más posibilidades de encontrarla...”
Una mujer le dijo enfadada: “¿Cómo nos has hecho perder tanto tiempo buscando aquí fuera algo que perdiste dentro?”
La mujer, que era una monja, dio una enorme carcajada y contestó: “Es curioso. Pero sucede lo mismo con ustedes: cuando pierden la felicidad en sus corazones, van y la buscan fuera de ustedes, salen al mundo exterior pretendiendo encontrarla... Cometen el mismo error que ahora me achacan a mí. Así es su vida. Buscan fuera lo que perdieron dentro. Pues sepan que solamente en el silencio de sus corazones, en el diálogo con Dios, podrán encontrar la felicidad perdida...”
Santo Tomás de Aquino, uno de los más grandes teólogos, define la oración como la "expresión del deseo que el hombre tiene de Dios".
Esa oración es una actitud interior, antes que una serie de prácticas y fórmulas, es un modo de ser ante Dios. Pero la experiencia de la oración es para todos un desafío, una "gracia" que invocar.
En la oración el hombre se considera a sí mismo y su situación ante Dios y experimenta ser una criatura necesitada de ayuda. Por ello durante la oración se expresa al arrodillarse. Ese gesto declara su propio límite y necesidad. A Él le declaro ser débil, necesitado, "pecador".
Solo en Dios se cumple la búsqueda del hombre.
Por último, el Papa Benedicto XVI nos invita a pasar más tiempo ante Dios que se ha revelado en Jesucristo, que aprendamos a reconocerlo en el silencio, dentro de nosotros mismos, su voz que nos llama, para superar el límite de nuestra vida y abrirnos a la relación con Él, que es Infinito Amor.
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El suceso de la aguja perdida
1) Para saber
El Papa Benedicto XVI hacía la observación de que hoy en día, para varios, Dios parece haber desaparecido o es indiferente. Sin embargo vemos al mismo tiempo muchos signos que nos indican un despertar del sentido religioso, un redescubrimiento de la importancia de Dios para la vida del hombre, una exigencia de espiritualidad, de superar una visión puramente horizontal y material de la vida humana.
2) Para pensar
Una mujer estaba en una plaza buscando algo. Curiosa, una vecina le preguntó qué había perdido: “Una aguja”, respondió.
3) Para vivir
El Papa Benedicto XVI señalaba que el hombre busca la belleza, posee un deseo de amor y de felicidad, una necesidad de luz y de verdad: el hombre porta en sí el deseo de Dios. Y el hombre sabe que puede dirigirse a Dios por la oración.
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