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LOS FIELES LAICOS Y LA SOCIEDAD (2ª Parte)




El servicio en los diversos ámbitos de la vida social

La presencia del fiel laico en campo social se caracteriza por el servicio, signo y expresión de la caridad, que se manifiesta en la vida familiar, cultural, laboral, económica, política, según perfiles específicos: obedeciendo a las diversas exigencias de su ámbito particular de compromiso, los fieles laicos expresan la verdad de su fe y, al mismo tiempo, la verdad de la doctrina social de la Iglesia, que encuentra su plena realización cuando se vive concretamente para solucionar los problemas sociales. La credibilidad misma de la doctrina social reside, en
efecto, en el testimonio de las obras, antes que en su coherencia y lógica interna.(Juan XXII, Mater et Magistra; Juan Pablo II, Centesimus annus, 57)

 Adentrados en el tercer milenio de la era cristiana, los fieles laicos se orientarán con su testimonio a todos los hombres con los que colaborarán para resolver las cuestiones más urgentes de nuestro tiempo: « Todo lo que, extraído del tesoro doctrinal de la Iglesia, ha propuesto el Concilio, pretende ayudar a todos los hombres de nuestros días, a los que creen en Dios y a los que no creen en Él de forma explícita, a fin de que, con la más clara percepción de su entera vocación, ajusten mejor el mundo a la superior dignidad del hombre, tiendan a una fraternidad universal más profundamente arraigada y, bajo el impulso del amor, con esfuerzo
generoso y unido, respondan a las urgentes exigencias de nuestra edad» .(Gaudium et spes, 91)

 1.  El servicio a la persona humana

 Entre los ámbitos del compromiso social de los fieles laicos emerge, ante todo, el servicio a la persona humana: la promoción de la dignidad de la persona, el bien más precioso que el hombre posee, es « una tarea esencial; es más, en cierto sentido es la tarea central y unificante del servicio que la Iglesia, y en ella los fieles laicos, están llamados a prestara la familia humana».(Juan Pablo II,  Los Fieles Laicos, 37)

 La primera forma de llevar a cabo esta tarea consiste en el compromiso y en el esfuerzo por la propia renovación interior, porque la historia de la humanidad no está dirigida por un determinismo impersonal, sino por una constelación de sujetos, de cuyos actos libres depende el orden social. Las instituciones sociales no garantizan por sí mismas, casi mecánicamente, el bien de todos: « La renovación interior del espíritu cristiano » (Pío XI, Quadragesimo anno: AAS 23 (1931) 218.) debe preceder el compromiso de mejorar la sociedad «según el espíritu de la Iglesia, afianzando la justicia y la caridad sociales ». (Pío XI, Quadragesimo anno: AAS 23 (1931) 218.)

De la conversión del corazón brota la solicitud por el hombre amado como un hermano. Esta solicitud lleva a comprender como una obligación el compromiso de sanar las
instituciones, las estructuras y las condiciones de vida contrarias a la dignidad humana. Los fieles laicos deben, por tanto, trabajar a la vez por la conversión de los corazones y por el mejoramiento de las estructuras, teniendo en cuenta la situación histórica y usando medios lícitos, con el fin de obtener instituciones en las que la dignidad de todos los hombres sea
verdaderamente respetada y promovida.

La promoción de la dignidad humana implica, ante todo, la afirmación del desde la concepción hasta la muerte natural,inviolable derecho a la vida, el primero entre todos y condición para todos los demás derechos de la persona. (ver Congregación para la Doctrina de la Fe, Instr. Donum vitae (22 de febrero de 1987): AAS 80 (1988) 70-102.) El respeto de la dignidad personal exige, además, el reconocimiento de la dimensión religiosa del hombre, que no es « una exigencia simplemente “confesional”, sino más bien una exigencia que
encuentra su raíz inextirpable en la realidad misma del hombre ». (Juan Pablo II,  Los Fieles Laicos, 39)
El reconocimiento efectivo del derecho a la libertad de conciencia y a la libertad religiosa es uno de los bienes más elevados y de los deberes más graves de todo pueblo que quiera verdaderamente asegurar el bien de la persona y de la sociedad. (Juan Pablo II,  Los Fieles Laicos, 39)  En el actual contexto cultural, adquiere especial urgencia el compromiso de defender el matrimonio y la familia, que puede cumplirse adecuadamente sólo con la convicción del valor único e insustituible de estas realidades en orden al auténtico desarrollo de la convivencia humana. (Juan Pablo II,  Familiaris consortio, 42-48)

Bibliografía:

Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia. Tercera parte. Doctrina Social y Acción
Eclesial. Doctrina Social y Compromiso de los Fieles Laicos., n.551-553.

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