En pocos párrafos, una profunda reflexión sobre ciertas actitudes que la mayoría de nosotros, frecuentemente asumimos hacia los que son nuestros padres.
Y que cosa más importante en esta vida, que darle su debida importancia a lo que verdaderamente es importante... ¿Verdad?
En una ocasión, se encontraban dos amigos platicando, uno le comentaba al otro:
-"Todos los días mis padres me hablan por teléfono, pero siempre me llaman cuando estoy más ocupado, siempre me piden que vaya a visitarlos, que quieren verme y charlar un rato conmigo; yo creo que piensan que NO tengo nada que hacer... ¡ya ves como son los viejos...! cuando llego a ir a su casa siempre me cuentan las mismas cosas... una y otra vez; me tratan como si todavía fuera un niño.
Yo siempre ando con el tiempo justo y eso NO lo comprenden, tengo que solucionar tantos problemas... en la oficina, en la casa, mi mujer, los niños, los compromisos... en fin, tú sabes... la verdad NO tengo tiempo".
Muy pensativo, su amigo le contestó:
-"Pues la verdad, yo si platico mucho con mis viejos. Cada vez que estoy triste voy con ellos. Si algo me sale bien, busco la forma de darme tiempo para platicárselos y compartir con ellos mi alegría. Cuando me siento sólo... cuando tengo problemas y necesito fortaleza... acudo a ellos y me siento mejor...".
-¡Caray! -dijo el otro muy apenado- tú si que eres un buen hijo...".
-"No hombre, que más quisiera... -respondió el amigo apesadumbrado- Visito a mis padres en el cementerio o hablo con ellos en espíritu...ellos murieron hace algunos años... Cuando ellos vivían, al igual que tú, nunca iba a platicar con ellos. Sin embargo, ahora me hace tanta falta su presencia, los busco... pero ellos ya partieron y no están aquí. ¿Sábes? no cometas mi mismo error y ve al encuentro de tus padres, date tiempo para ellos, escúchalos, trata de entenderlos, es hoy cuando puedes platicar con ellos, es hoy cuando los tienes... no esperes a que estén en el panteón para hacerlo, así como tengo que hacerlo yo...".
Los amigos se despidieron, y el joven, ya en su automóvil iba meditando las palabras de su amigo.
Al llegar a su oficina y antes de empezar con sus actividades, le pidió a su secretaria:
-"Comuníqueme con mis padres por favor...".
Y que cosa más importante en esta vida, que darle su debida importancia a lo que verdaderamente es importante... ¿Verdad?
En una ocasión, se encontraban dos amigos platicando, uno le comentaba al otro:
-"Todos los días mis padres me hablan por teléfono, pero siempre me llaman cuando estoy más ocupado, siempre me piden que vaya a visitarlos, que quieren verme y charlar un rato conmigo; yo creo que piensan que NO tengo nada que hacer... ¡ya ves como son los viejos...! cuando llego a ir a su casa siempre me cuentan las mismas cosas... una y otra vez; me tratan como si todavía fuera un niño.
Yo siempre ando con el tiempo justo y eso NO lo comprenden, tengo que solucionar tantos problemas... en la oficina, en la casa, mi mujer, los niños, los compromisos... en fin, tú sabes... la verdad NO tengo tiempo".
Muy pensativo, su amigo le contestó:
-"Pues la verdad, yo si platico mucho con mis viejos. Cada vez que estoy triste voy con ellos. Si algo me sale bien, busco la forma de darme tiempo para platicárselos y compartir con ellos mi alegría. Cuando me siento sólo... cuando tengo problemas y necesito fortaleza... acudo a ellos y me siento mejor...".
-¡Caray! -dijo el otro muy apenado- tú si que eres un buen hijo...".
-"No hombre, que más quisiera... -respondió el amigo apesadumbrado- Visito a mis padres en el cementerio o hablo con ellos en espíritu...ellos murieron hace algunos años... Cuando ellos vivían, al igual que tú, nunca iba a platicar con ellos. Sin embargo, ahora me hace tanta falta su presencia, los busco... pero ellos ya partieron y no están aquí. ¿Sábes? no cometas mi mismo error y ve al encuentro de tus padres, date tiempo para ellos, escúchalos, trata de entenderlos, es hoy cuando puedes platicar con ellos, es hoy cuando los tienes... no esperes a que estén en el panteón para hacerlo, así como tengo que hacerlo yo...".
Los amigos se despidieron, y el joven, ya en su automóvil iba meditando las palabras de su amigo.
Al llegar a su oficina y antes de empezar con sus actividades, le pidió a su secretaria:
-"Comuníqueme con mis padres por favor...".
0 comentarios:
Publicar un comentario
Agrega tu comentario