Hay personas que consiguen educar sin castigos. dotados de
humor y cariño, con tiempo y pocos niños que educar, con medios para
proporcionarle un ambiente alegre y libre de tensiones fuertes, cuando
los chicos tienen una dosis normal de satisfacción afectiva, entonces lo
pueden hacer. todos hemos conocido padres ideales, profesores
ingeniosos y amables. También nosotros podríamos conseguir mucho más de
lo imaginable si pusiéramos inteligencia, humor y afecto en la tarea. Y
esto sería el camino normal de la educación.
Sin
embargo, la realidad es mucho más limitada en la mayor parte de los
casos. Padres y maestros estamos enrolados en un sistema mal planteado
por la sociedad y nosotros mismos. Las prisas y la masificación de todas
las instituciones obstaculizan el ejercicio del humor y del amor. Los
niños, sometidos a demasiados estímulos y desequilibrios internos
tampoco están dispuestos a una fácil disciplina y aceptación,
interpretando la paciencia como blandura y el respeto a la autoridad
como un juego. Y como necesitan normas, autoridad y respeto, llega un
momento en que debe saber que "la cosa va en serio", porque hay unos
límites que no se pueden traspasar. Aparece la sanción en escena ¿cuál
sería su naturaleza?
El castigo sería un
instrumento, por sí solo ineficaz, que vendría en ayuda de aquel "camino
normal" de la enseñanza de las normas morales y de la amistosa
persuasión. Como esas medicinas que ayudan algo, pero que no son nada
útiles si el enfermo no coopera, no tiene deseo de vivir, ni se le cuida
o alimenta debidamente.
El castigo sería un
frenazo momentáneo a un comportamiento irresponsable o peligroso, para
sí o los demás, un stop que no debería dejar al niño angustiado y mudo,
sino receptivo y capacitado para cambiar.
CLARAS CONSECUENCIAS: LA PROPORCIÓN.
Los
castigos tienen que ser proporcionados a las fuerzas de los niños que
son, la sensibilidad, voluntad e inteligencia. Si un castigo moderado lo
consigue no apliquemos dosis irritantes. La gran paliza, el escarmiento
atroz, sin desde luego, atroces, porque quieren lograrlo todo de una
vez para siempre. Los castigos corporales espectaculares son peligrosos:
producen odio y resentimiento internos, humillación y desprecio de sí
mismos o mayor agresividad, según los temperamentos. todo castigo
desproporcionado paraliza la inteligencia del buen obrar, la comprensión
de la norma. La mayor parte de los castigos corporales son castigos sin
proporción.
Cuando un muchacho se porta mal
habitualmente es que algo muy profundo falla en su afectividad o en su
madurez intelectual. Hay que intentar entonces la tarea de arreglarle
desde dentro pero la peligrosidad de su conducta exigirá también una
CURA DE URGENCIA, no para remediar nada definitivo, sino para detener la
hemorragia. Eso sería el castigo admisible en educación. Castigar
sabiendo que lo que cura es la reflexión y buena voluntad del niño
posterior al castigo. Y que impedimos esa voluntad si castigamos mal,
demasiado, improvisando, dejando al niño solo, a merced del castigo, sin
iluminarle alguna alternativa o caminos posibles a recorrer.
Ahora
bien, ¿cómo se halla la proporción?, la medida de un castigo no depende
sólo de la gravedad objetiva de la acción cometida, sino de la
mentalidad infantil o juvenil con que ésta se ha realizado. Para ellos
no es tan grave lo que han hecho, y hay algo de verdad. si los
castigamos como haría la ley, no lo comprenderían. En todo niño o
adolescente existe el atenuante de la inmadurez, y los niños "difíciles"
son enfermos de madurez. El castigo tiene que estar también
proporcionado a esa inmadurez.
LA EXPLICACION
Los
niños indisciplinados suelen ser impulsivos e irreflexivos. No ven la
trascendencia de sus acciones, "total, por perder sin darme cuenta el
cuaderno de matemáticas en el parque..." (casi siempre se pierden las
asignaturas difíciles) "tanto jaleo por volver tarde a casa..." O bien
son reflexivos pero no aceptan la norma, aunque pactaron su
cumplimiento. en general, tienen un modo muy peculiar de percibir su
actuación:
A) Reducen la acción a sus términos materiales,
sin querer ver su fondo y trascendencia. Media hora más tarde son
treinta minutos de retraso ocasional, no es para ellos riesgo de una
desobediencia progresiva, o el comienzo de una libertad peligrosa (hay
padres que tampoco lo ven). con ocasión del castigo alguien tiene que
enseñarles lo que significa realmente la mentira, el desorden, la falta
de cumplimiento de la palabra dada, el abuso de los pequeños, el
espectáculo peligroso.
B) Quieren hacernos ver que sus
actos surgen espontáneamente de la nada "sin querer", "por casualidad"
"no me acordé". Alguien debe decirles que quien pone la causa, quién el
efecto "Tu no querías hacer daño a tu hermano, pero le has dejado solo
ahí subido y se ha caído".Se arriesgan demasiado, imprudencia culpable,
porque no quieren dominar los impulsos de ir a lo suyo, pase lo que
pase.
C) Presentan su comportamiento como aislado del
mundo que les rodea, ignorando, como dice el filósofo, que nos e puede
hacer aquello que si todos lo hicieran sería una ruina la comunidad.
"¿Qué mal hay en que yo, de una biblioteca tan grande, haya cogido un
libro pequeño?" Pero si muchos lo hicieran... No les gusta entender el
sentido comunitario de la vida, lo que significa "aprovecharse de que
los demás obren bien".
Por lo tanto no podemos dejar a un
niño a merced de la confusión mental que pueda surgir después de un
castigo. Para que la amargura no le invada, hay que explicarle de alguna
manera en que consiste su culpabilidad, y por qué tiene que actuar así
la persona responsable de una autoridad. Se trata de ayudarles a ver la
pena como una reparación justa, y al educador o padre como responsable
de unas normas y cumplidor de su deber. Quien castiga a un niño o
adolescente tiene el deber de ir más allá del castigo, condescendiendo a
dar alguna explicación razonable y superando la lógica indignación que
tantas veces nos quita las ganas de hablar.
EL RESPETO:
El
verdadero profesor y padre de familia sabe acrecentar las relaciones
después de una sanción con unas palabras de aliento (hay que hacerse el
encontradizo), una palmada en el hombro, un reconocimiento de algo
positivo "hoy te has portado muy bien, estoy contento de ti" Algo que
transmita que le seguimos queriendo y tenemos ilusión por él.
Nada
de insultos, ironías, degradaciones ante los hermanos o compañeros,
etiquetas odiosas "eres un vago" "mira lo bien que se porta tu hermano,
no como tú..." ¿porque el castigo ha de ir contaminado de insulto? Las
ovejas negras las creamos los mayores, no las acciones inmaduras de los
niños.
Tampoco hemos de ser tan deportivos y superficiales
que demos la impresión de "aquí no ha pasado nada". Las decepciones y
disgustos son reales, y viene el eclipse parcial y momentáneo de las
relaciones afectivas. Pero tras las sombras fugaces tiene que brillar la
luz de nuevo. Por encima de la reparación debe quedar intacto el afecto
y el respeto a la persona del niño.
LAS CONSECUENCIAS LÓGICAS.
Llega
la hora de aplicar la sanción correcta y nos quedamos perplejos "no se
que castigo ponerle, que resulte eficaz". La persona que dice esto no ha
entendido nada de lo que hemos dicho. No existe ningún castigo eficaz,
no se debe poner el punto de apoyo de la recuperación del niño solamente
en la sanción. las sanciones sólo ayudan dentro de un proceso más
complejo de establecer normas, enseñar a cumplirlas, mantener diálogos y
relaciones de amistad, etc., una ayuda, no un remedio eficaz. Por eso
deben ser proporcionadas a sus fuerzas, no a la realidad de la falta
cometida; que tiene que haber "explicación" y "respeto-afecto" después
de la sanción. algunas sanciones complementarias de ese sistema son muy
convenientes. Peor nada de "escarmientos eficaces".
Por
ese camino se llega a la lucha armada de poder a poder entre padres e
hijos. Y hay chicos tan inmaduros que se dejan matar antes que ceder,
que permiten ser expulsados de la escuela y ponerse a trabajar para
vencer a sus padres. Y si usted consigue amenazarle mucho y hacerle
estudiar, escogerá otra manera de frustrarle: fumar, llegar tarde a
casa... Usted no puede ganar a base de escalada de castigos: ellos son
tan inmaduros que hacen del ganar una cuestión de honor hasta el punto
de arruinar su vida.
Otros chicos y chicas lo que quieren
con su mal comportamiento es llamar la atención una y otra vez, y si
usted se encoleriza, hace escenas o desbarra amenazando con castigos que
no puede cumplir, ellos habrán conseguido lo que se proponen: sacarle a
usted de quicio y centrar la atención sobre su importante persona.
Teniendo
en cuanta que la sanción es solamente una parte del proceso educativo
cuyo objetivo es crear disciplina desde dentro del niño, el mejor método
de sancionar es el llamado de las "CONSECUENCIAS LÓGICAS", es decir, un
castigo con matiz de reparación, que sea una consecuencia lógica de su
mal comportamiento "has pegado a un niño en el parque, luego no podremos
ir al parque en unos días porque ese niño estará muy asustado con lo
que le hiciste".
EDUCAR PARA TODA LA VIDA
Todas
estas cosas son a veces más duras que los insultos o las bofetadas.
Pero son más racionales y tiene sentido positivo, pues enseñan al niño a
cargar con las consecuencias de sus actos. Es educar para la vida. Sin
embargo, nosotros por una parte mimamos y estamos haciéndoles el juego
de estar preocupados por ellos, al ritmo de sus caprichos e
irresponsabilidades, y por otra parte pegamos y castigamos
irracionalmente con esas cosas desproporcionadas fruto de nuestro mal
humor. Pero nunca nos decidimos a educar seriamente.
A
otros padres y educadores les parecerá que este método es demasiado
blando, sobre todo en caso más graves como el robo. "has cogido a tu
madre 300 pesetas, ahora, durante varias semanas le entregarás
personalmente la tercera parte de o que te damos los domingos hasta
restituirlo todo (nunca se le deja sin dinero totalmente) ¿eso es todo,
para una cosa tan grave?. Como sanción puede ser suficiente. Podría
usted además darle una paliza y retirarle la confianza, pero ganará más
si le habla al corazón, a solas, con calma, y le razonamos las cosas, y
le preguntamos qué le pasa, porque lo hizo, etc. Diálogo, tratar de ver
las cosas como las ve él, cariño profundo, enseñarle el valor de la
virtud y el peligro del vicio, y alguna sanción reparadora. Eso es
educar.
En lo posible sería interesante no improvisar, "ya
te lo diré después", pero sin tenerles el alma en un hilo. Nunca
condenemos el futuro del chico a largo plazo "cuatro semanas sin paga"
"veinte días sin salir", les amargamos el horizonte de la vida, y tiene
derecho a vivir de pequeñas ilusiones. No siempre se acertará del todo,
en circunstancias a veces complicadas, pero siempre habrá que intentar
cumplir las condiciones antes dichas de proporción, explicación y
afecto. Por lo demás para el sentido común no hay reglas, sólo
indicaciones.
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